viernes, 16 de septiembre de 2011

El cartón de hoy.

-Desfile militar- Cartón de Helguera

Y también, por ejemplo...

Por Pedro Miguel.

Vivan quienes inculcan en sus hijos el orgullo del pasado. Vivan quienes comparten con sus padres la vergüenza por el presente. Vivan quienes ofrecen a sus abuelos la esperanza en el futuro.

Viva el adulto que se compadece del terror de sus niños. Vivan los niños que imaginan el sufrimiento de sus adultos.

Viva el paria que no sucumbe a la tentación del homicidio. Viva el gobernante que prescinde de la fuerza.

Vivan quienes conjuran en los parques y a la vista de todo mundo. Vivan quienes saben que la Constitución es el más subversivo de todos los textos.

Viva el dirigente que no demanda el sacrificio de sus seguidores. Vivan los seguidores que vigilan a su dirigente.

Viva el trabajador que asume su tarea con dignidad. Viva el empresario que no hace negocios a costa de su dignidad.

Vivan los indios, que llevan a cuestas medio milenio de agravios.

Vivan quienes rechazan los eufemismos y las mentiras. Vivan quienes se niegan a llamar “baja colateral” a un asesinato.

Vivan los que pierden todo en cada incendio, en cada inundación, en cada crisis, en cada balacera, en cada saqueo y en cada terremoto, y siguen en ceros, pero siempre necios con su amor a la patria.

Vivan las mujeres que desobedecen al cardenal. Viva el obispo que denuncia los pecados del poder.

Vivan los gays y las lesbianas que salen del clóset. Vivan los heterosexuales que no convierten el clóset en un arma contra el prójimo.

Vivan los hombres que se inclinan ante la majestad de la inteligencia femenina. Vivan las mujeres que no usan su inteligencia para humillar a los hombres.

Vivan los aguerridos que exigen paz. Vivan las personas de buena fe que no se tragan los pretextos para justificar la guerra.

Vivan los jóvenes que defienden su derecho a la educación. Vivan los jóvenes excluidos de la educación.

Viva la vecina a la que le encargan hijos ajenos. Viva el automovilista que no se desespera. Viva la que hace cola, el peatón, la víctima de la usura. Viva la desempleada que aún escucha música.

Vivan los agricultores que defienen su entorno ecológico. Vivan los barrios que resisten los proyectos urbanos destructivos y depredadores.

Viva el empleado público que no roba, el contador que no pone un cero de más o de menos, el delincuente que se rehabilita, el comerciante honesto, el funcionario que desobedece a su superior antes que desobedecer a sus propios escrúpulos.

Vivan los científicos y académicos que tienen la cabeza en galaxias y paradigmas, pero los pies en Chalco.

Viva la abogada que concilia la ley con la verdad y la decencia. Viva el médico que no le cobra al que está enfermo del cuerpo y del bolsillo. Viva el restaurantero que perdona la cuenta al que olvidó la cartera. Viva la tendera que da fiado aunque el banco le niegue un crédito.

Vivan los migrantes que sostienen a un Estado que no los defiende. Viva la memoria de quienes se quedaron tirados en el desierto.

Vivan los nombres de las mujeres asesinadas. Vivan los extranjeros miserables vendidos a los Zetas por los agentes del Instituto Nacional de Migración.

Vivan los electricistas. Vivan las sobrecargos y los pilotos de Mexicana. Vivan los telefonistas. Vivan los universitarios. Vivan los petroleros y y los maestros democráticos. Vivan los mineros y los metalúrgicos. Vivan los indígenas de Copala, los comuneros de Cherán, los ejidatarios de San Salvador Atenco. Vivan las madres y los padres que se quedaron huérfanos de sus hijos en la Guardería ABC.

Vivan quienes padecen la ofensiva de los delincuentes, de los militares y de la policía, en Chihuahua, en Tamaulipas, en Veracruz, en Colima, en Durango, en Nayarit, en Nuevo León, en Michoacán, en Sonora, en Guerrero, en Coahuila.

Vivan los políticos honestos, los policías con vocación de servicio y los soldados que se niegan a torturar.

Vivan los veterinarios y los albañiles. Vivan los ingenieros, los comerciantes ambulantes, los taxistas, los cineastas y los meseros. Vivan los músicos, las actrices y los mecánicos. Vivan los hueseros, los muerteros, los camioneros y los moneros. Vivan las maquillistas y las modistas, los bailarines y las pintoras, los carniceros y los matemáticos, las dentistas, los hojalateros, los impresores y los jubilados.

Vivan quienes no pierden el ánimo ante fraudes y encuestas amañadas. Vivan quienes sigan tomándose en serio la soberanía nacional.

Vivan quienes defienden las garantías individuales, los derechos humanos, sociales, políticos, reproductivos y ambientales, las conquistas laborales, la libertad de expresión y el libre tránsito.

Vivan quienes alientan la civilización en medio de la barbarie.

Vivan los que no le creen a la televisión, los indignados, los excluidos, los que están hasta la madre, los que no quieren más sangre.

Vivan quienes resisten y se organizan. Vivan las y los jodidos que nos siguen dando patria todos los días.

Vivan los sobrevivientes, los deudos y los heridos.Vivan los muertos.

Viva Cuauhtémoc. Viva Gonzalo Guerrero. Viva Fray Bartolomé de las Casas. Viva Francisco Tenamaztle. Viva Jacinto Canek. Viva Fray Servando Teresa de Mier. Viva Francisco Primo de Verdad. Viva Miguel Hidalgo. Viva Josefa Ortiz de Domínguez. Viva José María Morelos. Viva Leona Vicario. Viva Francisco Xavier Mina. Viva Vicente Guerrero. Viva el Batallón de San Patricio. Viva Benito Juárez. Viva Ignacio Zaragoza. Viva José Santos Degollado. Viva Melchor Ocampo. Viva Mariano Escobedo. Vivan Ricardo y Enrique Flores Magón. Viva Emiliano Zapata. Viva Aquiles Serdán. Viva Francisco Villa. Viva Antonio Díaz Soto y Gama. Viva Felipe Carrillo Puerto. Viva Lázaro Cárdenas. Viva Francisco Múgica. Viva Rubén Jaramillo. Viva Benita Galeana. Viva Valentín Campa. Viva José Revueltas. Viva Heberto Castillo. Viva Samuel Ruiz.

Viva el EZLN. Viva la APPO. Viva MORENA.

Vivan la paz, la verdad y la vida.



Publicado en La Jornada, jueves 15 de septiembre de 2011

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Mandos militares estadunidenses expertos en la lucha contra Al Qaeda examinan redes de droga en el país.

Por David Brooks | Corresponsal

•10 años del 11-S
•México, objetivo de EU para expandir su guerra contra el terrorismo.
•Los ataques de 2001 transformaron la relación bilateral; comercio y migración dejaron de ser prioridad.

Nueva York, 6 de septiembre. A lo largo de los últimos 10 años, México se transformó de ser un "socio" en la lucha antiterrorista de Estados Unidos a nivel internacional, a un país que requiere ser rescatado con algunas de las mismas estrategias y tácticas diseñadas por Washington para combatir el "terror" al otro lado del mundo.

El mismo comando, cuya unidad de fuerzas especiales militares Seals aniquiló a Osama Bin Laden y con ello de cierta manera se cerró un capítulo de la historia que empezó con los atentados del 11 de septiembre de 2001, está deseoso ahora de aplicar sus talentos a México, reportó el Washington Post.

En un amplio reportaje sobre el Comando Conjunto de Operaciones Especiales del Pentágono (JSOC), la fuerza militar secreta más poderosa de este país que ha multiplicado su tamaño y operaciones en torno a la guerra contra el terrorismo proclamada por el 11-S, los reporteros Dana Priest y William Arkin informan que "México está primero en su lista de deseos", pero que el gobierno mexicano, limitado por la Constitución, depende de otras agencias federales para asistencia en inteligencia y otras actividades. Sin embargo, JSOC colabora en asuntos antiterroristas con la agencia de Inmigración y Aduanas (ICE) y otras en aspectos relacionados con el tema.

De hecho, revelaciones en meses recientes señalan que las tácticas y enfoque de la guerra antiterrorista estadunidense ya se emplean en México. "Los militares (de EU) intentan aplicar en México lo mismo que hicieron en Afganistán", declaró un oficial estadunidense al New York Times recientemente, al describir el trabajo de algunos en el Comando Norte.

El Times reportó el mes pasado que el Pentágono está empleando lecciones aprendidas en una década de combate contrainsurgente en Afganistán e Irak en la lucha antinarcóticos. En el Comando Norte (cuya área de responsabilidad comprende Estados Unidos, Canadá y México) "varios altos oficiales con años de experiencia en la lucha contra Al Qaeda y grupos afiliados examinan inteligencia sobre las redes de droga mexicanas", informó el rotativo.

El centro de fusión de inteligencia en una base militar en el norte de México, integrado por personal de la DEA, la CIA y civiles del Comando Norte del Pentágono (entre ellos militares retirados) está modelado sobre los centros de inteligencia empleados en Afganistán e Irak. Las naves aéreas no tripuladas a control remoto, los llamados drones, que han sido la tecnología bélica más moderna y más utilizada en Afganistán, Pakistán y Yemen, las emplean ahora (aunque no artillados, se asegura) las agencias estadunidenses en México. Algunas de las técnicas de operaciones clandestinas, y todo tipo de instrucción contrainsurgente, afinadas en los campos de guerra de Irak y Afganistán, actualmente forman parte de la capacitación estadunidense de fuerzas de seguridad pública mexicanas.

Algunos análisis militares estadunidenses en el pasado reciente han comparado algunos aspectos de la situación en México con la de Pakistán e incluso con Afganistán. Aunque el Departamento de Estado y otros descartan estas comparaciones, no ayuda su argumento cuando nombran al segundo en rango de la embajada estadunidense en Afganistán, E. Anthony Wayne, como próximo embajador de Estados Unidos en México.

El gobierno de Vicente Fox expresó su solidaridad con Estados Unidos poco después de los atentados, aunque hubo controversia sobre si se demoró en hacerlo formalmente, y casi de inmediato se empezó a implementar todo tipo de cooperación con Washington en torno a la "seguridad"; de hecho, horas después de los atentados, México selló sus fronteras. Desde entonces México también empezó una mayor coordinación sobre monitoreo de extranjeros –sobre todo musulmanes– y vigilancia de puertos de entrada, fronteras y tránsito aéreo con sus contrapartes en Washington.

En los siguientes meses, México procedió de manera cautelosa en el ámbito diplomático. Subrayó su cooperación con la "comunidad internacional", y no directamente con Washington, para enfrentar el terrorismo.

Después, México evitó sumarse a cualquier "coalición" de países que proclamaban la guerra contra el terrorismo, lo que provocó irritación en Washington.

De hecho, el gobierno mexicano fue víctima de constante presión y hasta de espionaje en la misión de México ante la Organización de Naciones Unidas por Estados Unidos, el cual buscaba promover el endoso de la "comunidad internacional" para su guerra contra Irak.

El voto no se realizó, aunque México indicaba que rechazaría el uso de fuerza contra Irak. Estados Unidos lanzó su guerra de manera unilateral. Pero meses más tarde, ya ante los hechos, México sí endosó en la ONU la legitimidad de la autoridad estadunidense en el país invadido.

En el ámbito bilateral, México prometió a políticos estadunidenses que se dedicaría a "asegurar" la frontera con Estados Unidos ante una creciente presión desde Washington que transformó el tema fronterizo y de la migración en asunto de "seguridad nacional". Así, a partir del 11-S, la relación bilateral se transformó; antes, las prioridades eran el comercio y la migración tras los ataques, la seguridad se volvió el eje central.

Así, en las siguientes reuniones entre los entonces presidentes Vicente Fox y George W. Bush, todo giraba en torno al tema de seguridad, y elaboraron acuerdos que incluso convirtieron la tan elogiada zona de libre comercio del TLC, en una zona de seguridad de América del Norte que sería bautizada bajo el nombre de Asociación de Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) en 2005.

Sin embargo, el gobierno de Bush, bajo la repetida justificación de seguridad, decidió militarizar su frontera sur e instaló más equipo electrónico, construyó un muro fronterizo y desplegó más agentes de seguridad incluida la Guardia Nacional, algo que continúa en la presidencia de Barack Obama.

Con la declaración de la guerra del presidente Felipe Calderón contra el narcotráfico y la detonación de la ola de violencia extrema en el país vecino, la relación dio otro giro. México pasó de pronto de ser "socio" en la lucha antiterrorista, a "víctima" de la violencia "terrorista" del narcotráfico.

Bajo el rubro de la Iniciativa Mérida, esta óptica se hizo extensiva a Centroamérica. La relación con Estados Unidos hoy gira cada vez más en torno a las definiciones de la visión estratégica estadunidense que se aplica a la gran mayoría de países del mundo, y donde casi todo es percibido como una posible "amenaza" a la seguridad estadunidense.

La violencia y las drogas en México, hasta los migrantes, se perciben como graves "amenazas" potenciales a la seguridad nacional estadunidense por Washington. Las consecuencias del 11-S, como lo "aprendido" en la respuesta bélica estadunidense, definen ahora la relación bilateral.



La Jornada, miércoles 7 de septiembre de 2011, p. 2

Legalizar las drogas, no los asesinatos.

Por Arnoldo Kraus.

Al hablar acerca del problema de las drogas, la testarudez de la mayoría de los gobiernos del mundo es inmensa. No por serendipia, no por decreto, no por copiar modelos económicos. La razón es otra: los gobiernos están dirigidos por políticos. Y aunque no compartan el mapa genético, los políticos se comportan, en muchos rubros, de la misma forma. Buen término para explicar esas similitudes es testarudez. Otras acepciones, explican los diccionarios de ideas afines, son: porfiado, terco, obstinado, tozudo. Sobran ejemplos acerca de los beneficios subsecuentes a la legalización de productos potencialmente nocivos. Sobresalen los casos del alcohol y del tabaco.

Se han repetido, ad nauseam, las ventajas de la abolición de la Ley Seca en Estados Unidos. La ley, que como se sabe, prohibía vender bebidas alcohólicas, estuvo vigente entre 1920 y 1935. Durante la Ley Seca las mafias se reprodujeron, los crímenes aumentaron y la violencia se disparó. Basta el siguiente dato para comprender los daños emanados por esa iniciativa. Antes de la prohibición había 4 mil reclusos en todas las cárceles federales de Estados Unidos; en 1932 la población encarcelada había llegado a 27 mil. Corolario: la prohibición incrementó el número de muertos, disparó la violencia y engrosó la población carcelaria.

En torno al tabaco también se pueden extraer ideas. En ningún país se ha prohibido el uso del tabaco. Se ha restringido su uso, se han incrementado los impuestos y se han diseñado infinidad de campañas para disminuir su consumo. La suma de esas acciones, aunque falta mucho por hacer, ha sido benéfica: parte de la población es consciente de los daños que produce fumar y en algunos lugares, el consumo ha disminuido. Corolario: prevenir no requiere prohibir, requiere educar y elaborar campañas ad hoc.

Los dos corolarios previos me remiten a Suiza y Portugal. En ambas naciones se ha despenalizado la posesión de drogas para uso personal; los usuarios tienen derecho de portar y consumir drogas, no de comercializar con ellas. En contra de las premoniciones de quienes se oponen a la legalización de las drogas, el consumo disminuyó y el número de drogadictos que buscaron atención médica aumentó, lo cual, a su vez, redujo su uso. Nuevo corolario: prevenir y tratar es adecuado; reprimir no sirve. El ejemplo de las naciones europeas revive una vieja idea: el consumo de drogas y sus efectos nocivos corresponden al área de la salud, no a la legal.

Se logra más cuando se atiende –algunos políticos no atienden porque no entienden– al drogadicto en forma integral que cuando se le estigmatiza y se le encarcela. Sobresale la siguiente diferencia: mientras algunos drogadictos curan en las clínicas, muchos enferman de otras enfermedades y adquieren incontables vicios en las prisiones. El caso de Suiza y Portugal, aunque parezca extraño, me lleva al muy discutido tema de la eutanasia y del suicidio asistido.

Desde 1998, en Oregon, Estados Unidos, se permite el suicidio asistido, práctica que consiste en proveer a enfermos terminales, bajo estrictas reglas médicas, los fármacos adecuados para que decidan dónde, cuándo y en compañía de quién poner fin a sus vidas. Al igual que las personas que demonizan la legalización de las drogas, los grupos conservadores estadunidenses auguraron que al legitimar el suicidio asistido el número de casos se dispararía. Como lo demuestran las estadísticas, el número de casos, desde 1998, no se ha modificado. Tampoco, como aseguraban los ultras, se legalizó la eutanasia activa. Sucedió lo que tenía que suceder. Los enfermos terminales se sienten protegidos, muchos ni siquiera utilizan los fármacos y mueren en paz tan sólo por saber que cuentan con ellos. Además, los médicos de ese estado se han ufanado por cuidar más a los enfermos terminales: los acompañan y les ofrecen todos los medicamentos necesarios para paliar dolores y disminuir el sufrimiento. Corolario: proteger a pacientes terminales y acompañarlos ha sido una experiencia muy gratificante; proteger a drogadictos y abrirles otras posibilidades devendría buenos resultados.

Felipe Calderón declaró en el último Informe de gobierno: “La lucha antinarco, hasta el último día”. Muchos estadistas piensan como él. Yo difiero. La guerra contra las drogas ha sido inútil, han perdido sociedad y gobiernos. Es una guerra yerma y brutal. Si se legalizarán las drogas, amén de lo ya escrito, los gobiernos tendrían la oportunidad de controlar el mercado, de disminuir el poder de las mafias, de acotar la venta de armas, de invertir en prevención y educación en vez de llenar las cárceles, de aprovechar el dinero de la venta de drogas para atender a los drogadictos, de educar a la sociedad, a la policía y con suerte a los políticos y de reducir la violencia y la corrupción producto del narcotráfico.

Hace siete días escribí sobre el luto que envuelve y asfixia a nuestra nación. Ahí, en referencia, al creciente número de muertos, señalé: "cada mañana el sepulcro es más profundo"; agregué: "ayer nunca termina, nuevas víctimas se apilan sobre las viejas", y concluí: "hoy se entierran los muertos de ayer. Mañana se sepultarán los de la víspera". Me hubiese gustado equivocarme. No fue así.

Sólo queda un camino: legalizar las drogas.



La Jornada, miércoles 7 de septiembre de 2011

lunes, 5 de septiembre de 2011

Cartón de Naranjo.

Revista Proceso
3 de septiembre de 2011

Incendio y terror.

Por Carlos Fazio.

El pasado 25 de agosto, por alguna razón que en apariencia escapaba a la lógica del hecho, Felipe Calderón definió el incendio intencional del casino Royale, en Monterrey, Nuevo León, que cobró la vida de 52 personas, como "un aberrante acto de terror y barbarie". Así lo escribió en su cuenta de Twitter a pocas horas de la abominable acción gansteril, propia de una economía mafiosa que utiliza la "protección extorsiva" y la violencia reguladora para disciplinar los mercados de la ilegalidad.

Al día siguiente, muy temprano en la mañana, después de una reunión con el gabinete de seguridad nacional, en un discurso tan bien estructurado que parecía haber sido manufacturado con antelación, Calderón afirmó: “No debemos confundirnos ni equivocarnos: fue un acto de terrorismo (…) perpetrado por homicidas incendiarios y verdaderos terroristas”. Después pidió al Congreso la aprobación de la iniciativa de ley sobre Seguridad Nacional y el mando único policial, y llamó a la "unidad nacional" y al alineamiento de todos "los mexicanos de bien" detrás de su cruzada contra la criminalidad.

En el marco de lo que Denis Muzet ha denominado la "hiperpresidencia" –en alusión a la forma mediática de gobernar, sazonada en la ocasión por una campaña de intoxicación propagandística con eje en la seguridad en torno al quinto Informe–, no puede pensarse que hubo un uso ingenuo o errático de las palabras. Máxime, cuando el discurso debió haber sido consultado con los jefes militares de "su" guerra, reunidos ante la emergencia. Allí se decretó el escalamiento de la confrontación fratricida: se decidió enviar 3 mil efectivos federales más a Monterrey, profundizándose su militarización mediante un virtual estado de sitio.

El sábado 27, respondiendo a lo que Marco Lara Klahr ha llamado la "militarización informativa" (la diseminación uniforme de la versión oficial de la "guerra"), las ocho columnas de los diarios recogieron sin ambages la consigna presidencial: "terrorismo". Incluso se habló de "narcoterrorismo", según la matriz de opinión sembrada por el Pentágono y Hillary Clinton tiempo atrás. Y el lunes 29, el Consejo Coordinador Empresarial y otras corporaciones del ramo reforzaron el llamado de "unidad" a nombre de "México", como suelen generalizar los amos del país.

Conviene aclarar que terrorismo es el uso calculado y sistemático del terror para inculcar miedo e intimidar a una sociedad o comunidad. Es una clase específica de violencia. Como táctica, es una forma de violencia política contra civiles y otros objetivos no combatientes, perpetrada por organizaciones no gubernamentales, grupos privados (por ejemplo, guardias blancas o mercenarios a sueldo de compañías trasnacionales) o agentes clandestinos que pueden ser incluso estatales o paraestatales. Se trata de una acción indirecta, ya que el blanco instrumento (víctimas que no tienen nada que ver con el conflicto causante del acto terrorista) es usado para infundir miedo, ejercer coerción o manipular a una audiencia o un blanco primario, a través del efecto multiplicador de los medios masivos de difusión, que pueden ser utilizados además como vehículos de publicidad o propaganda armada para desacreditar y/o desgastar a un gobierno o grupo rebelde.

En ese sentido, el término terrorismo puede aludir a acciones violentas perpetradas por unidades irregulares secretas o grupos independientes de un Estado (autorganizados por motivaciones políticas), pero también abarca una categoría importante de actos realizados o patrocinados de manera directa o indirecta por un Estado, o implícitamente autorizados por un Estado contra sus súbditos, con el fin de imponer obediencia y/o una colaboración activa de la población, aun cuando las fuerzas militares o policiales no estén involucradas (verbigracia, escuadrones de la muerte o grupos paramilitares). En esa acepción, el terrorismo puede ser deseado para detonar y/o legitimar acciones gubernamentales ya planeadas, y en muchos casos las propias autoridades utilizan al "agente provocador" o llevan a cabo atentados terroristas bajo banderas falsas. Cargada de connotaciones negativas o peyorativas, aplicada de manera discrecional y maniquea, la palabra terrorismo es aplicada siempre para el terrorismo del otro, mientras que el propio es encubierto mediante eufemismos.

Exaltada por los medios en tiempo real, en otra versión de la noticia como espectáculo, la acción del comando que incendió el casino Royale generó miedo y desestabilización. Sin olvidar el nudo que entrelaza al capital con la violencia, el crimen y la política –la cleptocracia como mecanismo único de la corrupción entre economía y política, diría Giulio Sapelli–, en apariencia el móvil político no formó parte de la trama: en sí, el hecho remite más al uso de la violencia mafiosa para regular la competencia en los mercados ilegales. No obstante, en un año prelectoral, de manera demagógica, pero para nada irreflexiva o ingenua, la acción fue rápidamente capitalizada por Calderón con fines político-ideológicos, dando de paso una nueva vuelta de tuerca a la militarización del país.

Sin caer en teorías conspirativas (que al final casi siempre terminan confirmándose), y sumado a una sucesión de acciones desestabilizadoras (el "secuestro" de empleados de Parametría, Mitofsky y la Sección Amarilla en Michoacán, la explosión en el Tec campus estado de México, el fantasmal tiroteo en el estadio Corona, etcétera), en el caso del casino no se pueden descartar las variables del agente provocador y el acto desestabilizador con bandera falsa. Sin olvidar que Washington ha sido el principal promotor de la matriz de opinión sobre la existencia de "narcoterrorismo" en México, y que, como reveló en dos ocasiones The New York Times en agosto, agentes clandestinos de la CIA, la DEA y el Pentágono están utilizando las "lecciones" de Afganistán en el territorio nacional.

La Jornada, lunes 5 de septiembre de 2011

El cartón de hoy.

- Fachada - Cartón de Helguera
La Jornada, lunes 5 de septiembre de 2011

Condenan ONU y Amnistía crimen de reporteras; piden agotar líneas de investigación.

Por Gloria Leticia Díaz

MÉXICO, D.F. (apro).- La Organización de las Naciones Unidas (ONU) condenó el asesinato de Marcela Yarce Viveros y Rocío González Trápaga, encargada de Relaciones Públicas de la revista Contralínea y periodista independiente, respectivamente, ocurrido ayer en la Ciudad de México, y exhortó a las autoridades competentes a agotar todas las líneas de investigación desde una perspectiva de género y las relacionadas con su actividad periodística.

En tanto, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) emitió medidas precautorias a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) y al Tribunal Superior de Justicia local (TSJDF) para que se realicen las investigaciones en apego a estándares internacionales de derechos humanos y para que se brinde seguridad al personal de la revista Contralínea.

En un comunicado, el representante en México de la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos  (OACNUDH), Javier Hernández Valencia, aseguró que los crímenes “agravian profundamente al gremio periodístico mexicano, cuyo reclamo de eficacia a las varias instancias oficiales destinadas a brindarles protección y seguridad, tienen vigencia y legitimidad indiscutibles”.

Resaltó que con los crímenes de Yarce y González, ocho periodistas han sido asesinados en 2011, y desde el 2000, es decir en los gobiernos panistas, 74 comunicadores han sido ejecutados.

Recordó que en sus respectivos informes y recomendaciones a México tras su visita al país el año pasado, los relatores especiales para la libertad de expresión, Frank La Rue, de la ONU, y Catalina Botero, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), advirtieron que “independientemente de sus múltiples móviles posibles, la violencia en contra de las y los periodistas ha devenido en un tema de acuciante preocupación”.

Tras solidarizarse con los familiares de las víctimas, Hernández Valencia instó a las autoridades competentes, en este caso, la Procuraduría capitalina, a agotar las líneas de investigación, “con una adecuada perspectiva de género, incluyendo particularmente aquellas que se relacionen con su actividad periodística, con el objetivo de capturar, procesar, juzgar y sancionar a los responsables”.

El representante hizo un llamado a la ciudadanía a “unirse activamente en el rechazo de todo acto de agresión en contra de las y los comunicadores sociales, cuya victimización constituye, además, un gravísimo atentado contra la libertad de expresión”.

En un comunicado, la CDHDF explicó que a la Procuraduría capitalina y al Tribunal Superior de Justicia local les ha solicitado que “las diligencias de investigación se realicen conforme a las reglas del debido proceso”, y sugirió que la necroscopia se lleve a cabo conforme el Protocolo Modelo para la Investigación Forense de Muertes Sospechosas de Haberse Producido por Violaciones a a Derechos Humanos, seguido por el Comité Internacional de la Cruz Roja.

A las instituciones gubernamentales el organismo público pidió que “se asegure que el personal encargado de la obtención, preservación y cadena de custodia de la evidencia asociada,  se cerciore que la misma sea preservada en estricto apego por lo dispuesto por el Código de Procedimientos Penales vigente”.

Asimismo, recomendó agotar las líneas de investigación, entre ellas la de índole laboral, y pidió que “previo acuerdo, libre e informado, con las y los integrantes y colaboradores de la revista Contralínea, se implementen las medidas de protección idónea y necesarias para salvaguardar la integridad psicofísica de los mismos”.

Al repudio por los crímenes, la solidaridad con los familiares de las periodistas, así como la exigencia del esclarecimiento pleno se sumaron las organizaciones Amnistía Internacional (AI) y Article 19 que tienen su sede en Londres.

AI destacó que “el patrón de violencia y hostigamiento contra periodistas en México es preocupante, ya que las medidas tomadas para prevenir, investigar y sancionar estas agresiones han sido, en la gran mayoría e los casos, ineficaces, lo cual ha contribuido a generar un clima de impunidad”.

La organización humanitaria coincidió con la oficina de la ONU en México de que el género de las periodistas debe ser tomado en cuenta al momento de realizar las indagatorias, toda vez que “en México, la violencia contra la mujer y la impunidad siguen siendo generalizadas”.

Amnistía apuntó que “la posibilidad de que estas mujeres periodistas hayan sido secuestradas y brutalmente asesinadas por razón de su género es alarmante y es un recordatorio a las autoridades del muy limitado impacto de las políticas anunciadas para garantizar el acceso a las mujeres a una vida libre de violencia”.

Mientras, Article 19, recordó que el último registro del homicidio de un periodista en la Ciudad de México es el de José Manuel Nava, exdirector del diario Excélsior, quien murió tras ser atacado en su domicilio en noviembre de 2006.

La organización dedicada a la defensa de la libertad de expresión, exigió al gobierno de Marcelo Ebrard y al procurador capitalino Miguel Ángel Mancera que “realicen una investigación expedita que permita dar con los responsables de los hechos y que no se descarte ninguna línea de investigación, incluida la del desempeño profesional de ambas comunicadoras”.

proceso.com.mx 2 de septiembre de 2011

domingo, 4 de septiembre de 2011

Hay ya miles en desaparición forzada; autoridades entregan cualquier cuerpo, acusan familiares.

• Es un drama que crece y se extiende por diferentes áreas del territorio nacional.
• Unos por temor no presentan denuncia; otros sí, pero sienten que funcionarios encargados no hacen nada

Por Sanjuana Martínez / Especial para La Jornada

No están muertos. Tampoco están aquí. Son desaparecidos y son miles: "Se los suplicamos, regrésenlos por favor. ¡Ayúdennos!", dice con voz desgarrada Enedelia Velázquez. Silencio absoluto. Llora y no puede hablar. Se repone y continúa: "Acaban con toda la familia. Es un dolor tan grande. Es horrible esperar que pase el día, esperar que pase la noche; luego otro día, día tras día para ver si vuelve; vivimos una espera horrible, una agonía".

A su lado, María de Lourdes Huerta Tarrega lee una pequeña carta a Kristian Karim Flores: "Hijo, donde te encuentres, sé que estás en contra de tu voluntad. Doce días después de que desapareciste nació tu hijo. Está bien. Tu madre, tu esposa, tus hermanos, no nos damos por vencidos. Sé que te vamos a encontrar. Te amo."

La siguiente es Martha Herrera Contreras. Abraza a un niño de 10 años con gorra de beisbol que porta una foto y llora. Empieza a hablar con voz entrecortada por la emoción. “A mi hijo Ramiro González Herrera, de 38 años, se lo llevaron el 19 de mayo de 2010. Estamos sufriendo todos por él. Sus hijos –aquí traigo a uno de ellos– ya no soportan la soledad. Ya no sabemos qué hacer. Pusimos denuncia y las autoridades no han hecho nada. Nos sentimos desamparados. Ayúdenme a encontrarlo”.

La procesión continúa, es interminable. "Mi hijo se llama Ernesto Efraín Vidal Flores, tiene 30 años". El que habla es don Ernesto Vidal Negrete, de 76 años, sin poder contener las lágrimas. La voz se le apaga, sólo surgen los sollozos. No puede seguir. Una pausa. Los demás esperan. Se les inundan los ojos. Quiere continuar: "Tiene cuatro meses desaparecido. Se lo llevaron cuando comía en un puesto de tacos..." El llanto lo invade con fuerza. La vergüenza también. Se cubre la cara con sus manos. Silencio. El que sigue. Otra historia, 10 más, 20, 40, 90 en Nuevo León, 200 en Coahuila, 500 en Tamaulipas, 5 mil en este sexenio. Y cada día más...

-Fatal error

Al celebrarse el Día Internacional del Detenido Desaparecido se hicieron manifestaciones por todo el país denunciando los cientos de casos registrados durante la guerra de Felipe Calderón, la falta de investigación judicial, el nulo interés del Estado por atender a los familiares de las víctimas, y la impunidad. Cientos de desapariciones forzadas son perpetradas por el Ejército, la Marina, la Policía Federal y las policías estatales y municipales. También los cárteles de la droga han secuestrado a miles.

"Mira, hijo de tu pinche madre: si no quieres a tu hijo en pedacitos, quiero que juntes 100 mil pesos". La voz de un hombre por el celular sonó aterradora para Gerardo Peña. Su hijo Gerardo Peña Esparza fue a una fiesta el pasado 29 de enero y no llegó a dormir. El teléfono sonó a las tres de la mañana y era obvio que se trataba de un secuestro. De pronto, la siguiente voz fue definitiva. Era su hijo: “Me tienen Los Zetas. Créeles por favor. Dales lo que te piden”.

En una segunda llamada, el padre que es obrero y vive en Apodaca, Nuevo León, les explicó que no tenía dinero. Ellos accedieron a que sólo les entregara 50 mil pesos. Su hijo no estaba solo, fue secuestrado con otros cuatro amigos. A la una de la tarde le volvieron a llamar. No había logrado conseguir el dinero. El sujeto le dijo en tono de mando: "Vende el carro". Para las 11 de la noche, Gerardo ya estaba listo para entregar el rescate afuera de un Banorte en la Clínica Seis del IMSS ubicada en San Nicolás de los Garza. Allí se dio cuenta que había otras personas llevando dinero: “Eramos varios los que teníamos hijos secuestrados esa noche. Los batos llegaron y se fueron con toda tranquilidad”.

Volvió a su casa. Le habían dicho que al terminar de contar el dinero, le entregarían a su hijo. No fue así: "Desde entonces no hemos parado. Fuimos a la Ministerial, también a la policía de Apodaca, a la procuraduría. Nos hicimos el ADN. Y finalmente nos llevamos una sorpresa".

A Gerardo le avisaron meses después que su hijo fue encontrado quemado junto a otros cuerpos en una brecha del municipio de Escobedo el 30 de enero: "No es él. No coincide la estatura. Están entregando cuerpos a diestra y siniestra". Alma Delia Esparza, la madre, interviene: "Por qué hasta ahorita nos quieren dar ese cuerpo. No creemos que sea él. Quisimos hacerle una prueba de ADN privada y no quisieron. ¿Por qué? Simplemente quieren cerrar el caso para que no sigamos reclamando a nuestros hijos. Nos enteramos que el año pasado en Guadalupe entregaron un cuerpo y al año siguiente apareció la muchacha viva. Ahora la pobre no puede encontrar trabajo porque técnicamente está muerta".
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El dolor por la pérdida de un familiar aflora de nuevo cuando los afectados rememoran los hechos para relatarlos a la reporteraFoto Sanjuana Martínez

Gerardo y Alma Delia están decididos a seguirlo buscando. Se han vuelto a hacer las pruebas de ADN: "Mi esposa lo vio pasar en un coche bien despacito por la casa. Otro amigo me dijo que lo vio en Escobedo. Está vivo".

-Son miles

"Es él", muestra la foto de Ernesto Efraín Vidal Flores, su hijo. La lleva al pecho y en el cuello trae sus credenciales. Fue a una fiesta a una quinta en la Carretera Nacional y de regreso en la noche pararon a comer en un puesto de tacos ubicado por la estación del metro de la colonia Mitras: "Se llevaron a él y a sus dos amigos. Al dueño de la quinta, no. Qué casualidad", dice don Ernesto Vidal Negrete.

Su hijo tiene 30 años y estaba terminando la carrera de criminología: "Todos los vecinos pueden dar fe de él. Es muy bueno. Tenemos mucha fe en Dios. Hacemos mucha oración. ¿Qué más? Les pido que me lo devuelvan. Yo lo siento vivo".

Antes de cumplir la edad de jubilación, don Ernesto fue despedido por el patrón "sin un centavo". Y sin recursos y con la convicción de ayudar a otros, acompañó a amigos en el dolor de la desaparición de sus hijos, algo cada vez más común: "Lloré mucho por hijos ajenos, pero jamás me imaginé que iba a sufrir esto en carne propia. Sufrí por otros, ahora sufro por el mío. A cualquiera nos puede pasar. Mi hijo está clavado en el pensamiento. No tenemos paz".

A su lado, María del Carmen Luna Mata, de 76 años, lo interrumpe: “El mío se llama Jorge Andrés Pereira. Desapareció el 27 de septiembre del año pasado. Bien trabajador. Nunca se paraba en una esquina. Dicen que fueron Los Zetas”. Necesita hablar, contar su historia. Lo sacaron de su casa en la colonia Constituyentes. Unos hombres se lo llevaron en un carro. Nunca pidieron rescate. Trabajaba de mesero en varios restaurantes: "Él me cuidaba. Me sostenía. Cada vez que me veía me daba 100, 200 pesos. Soy viuda".

Un niño juguetea alrededor, es nieto de Martha Herrera Contreras. Su hijo, Ramiro González Herrera, de 38 años, desapareció el 19 de mayo de 2010. Era taxista. Ese día lo sacaron del coche y se lo llevaron. Dejó su cartera y toda su documentación: "Pusimos la denuncia, pero nunca investigaron. Lo mismo que sabemos nosotros, saben ellos, nada. Siento mucha impotencia, mucha desesperación porque no podemos hacer nada. ¿Dónde más buscamos? Estamos en las manos de las autoridades".

Todos llevan el mismo peregrinar: delegaciones de policías, agencias del Ministerio Público, anfiteatros... “Vamos a todas partes, donde haya muertos, narcofosas. Andamos de estado en estado y no hay quién nos ayude. Fuimos a la capital y nada”, dice Martha Herrera Contreras.

El trabajo de taxista se ha convertido en algo peligroso. Decenas de trabajadores del volante han sido denunciados como desaparecidos. El llamado “halconeo” ha estigmatizado su labor. Desde el 4 de enero, Adalberto Luna Montoya desapareció. Era taxista en Huinalá: "Trabajaba en una base de taxis piratas en el panteón. La CROC le iba a arreglar sus placas. Encontramos su carro a los cuatro días de desaparecido. Por miedo no interpusimos denuncia", dice Brenda Ruth Vanegas Martínez.

Hace unos meses, el Infonavit empezó a exigir las mensualidades de la casa de interés social y finalmente interpuso una denuncia: “No hacen nada. Y seguimos esperando. Las granaderas de Apodaca los paraban y ya no los dejaban pasar. Los policías les decían que ellos eran zetas y que controlaban todo, incluso les prohibían trabajar. Tal vez como era pirata se lo llevaron. Apenas sacaba 300 pesos diarios”.

La hermana de Adalberto, Martha Yolanda, no para de llorar. Explica que su madre está deshecha, porque es el segundo hijo desaparecido; el primero, desde hace cuatro años. A Brenda la incertidumbre del futuro no le permite volver a su vida cotidiana. Llora también: “No sé qué hacer. Ya no sé qué decirles a mis niños. Mi hijo de nueve años se me descontrola. Se echa a la calle, corre y grita: ‘Yo me quiero perder como mi papá’”.

Periódico La Jornada
Domingo 4 de septiembre de 2011, p. 8

viernes, 2 de septiembre de 2011