martes, 12 de julio de 2011

Marinos ganan terreno a “Los Zetas” en Tamaulipas.

• Ciudades recuperadas por las fuerzas del orden intentan regresar a la normalidad tras ser escenarios de intensas balaceras.

Por Alberto Torres y Francisco Gómez.

Bienvenidos a El Hoyo. Esta es la zona de combate en el frente de guerra entre la Marina y el cártel de Los Zetas, ubicada entre Nuevo Laredo y Ciudad Mier. Es la llamada frontera chica de Tamaulipas, lo que fue el último bastión de los integrantes de este cártel antes de ser replegados hacia Nuevo León y el desierto de Coahuila.


El comandante Pakal pasa revista a su patrulla: “¿Lanzagranadas de .40 automático? Confirmado. ¿Equipo de choque, cómo vienes? Todo bien, estamos listos. ¡Uuurraaa señores. Uuurra! Una vez más al Hoyo. Una vez más al Hoyo. A ver si hoy van a la fiesta. Están invitados”, dice por el radio de frecuencia abierta, el cual es monitoreado por los comandos armados de Los Zetas.

Este territorio, compuesto por las ciudades de Gustavo Díaz Ordaz, Camargo, Miguel Alemán, Mier y Nueva Ciudad Guerrero hasta Nuevo Laredo, era el bastión más estratégico para Los Zetas, de acuerdo con informes de la Marina Armada de México. Por las rancherías, las brechas y en especial por la presa Falcón, pasaban el mayor número de sus cargamentos de droga, mismos que eran desembarcados en las playas de San Fernando, provenientes del golfo de México.

De acuerdo con información de inteligencia naval, Los Zetas fueron obligado a abandonar las zonas que dominaban en Tamaulipas, por lo que trasladó su disputa hacia Nuevo León, Coahuila y Zacatecas.

El primer territorio reconquistado por las tropas de la Armada fue Ciudad Miguel Alemán. Ahí está el cuartel central, un hotel, del cual acaba de salir esta patrulla de siete camionetas. Las ventanas baleadas de la Oficina de Táctica, con un escritorio, una computadora portátil, una mesa, dos sillones, tres sillas, dos mapas y una despensa, recuerdan que esta es zona de conflicto. La ciudad intenta volver a la normalidad, una pizzería enfrente está abierta. Los pocos habitantes que hay rehúsan hablar.

“Nuestra composición son tres secciones de fusileros y somos infantería motorizada, cada sección de fusileros está a bordo de vehículos Pick-Up todo terreno 4x4 y cada vehículo alberga un pelotón de fusileros con armas combinadas. Vamos a dar un paseo”, dice el comandante Pakal. Siempre va al frente, en la primera unidad, en el asiento del copiloto. Pone música de los 80: Like a Virgin de Madonna; María Magdalena de Sandra Cretu; Hot Stuff, Donna Summer; Billy Jeen de Michael Jackson; Land down under de Men at work; Live is life de Opus y de nuevo Michael Jackson con Thriller.

Operaciones de guerra

Llegan al segundo territorio recuperado, Ciudad Mier. Aquí la comandancia de policía había sido quemada y casi destruida por un ataque con granadas. Hasta diciembre de 2010 se encontraba en esas condiciones. Ahora ha sido remodelada, con las paredes revestidas y las ventanas nuevas parece una pequeña fortaleza.

Las casas y comercios que habían sido incendiados y baleados, igual que el monumento emblemático de Mier, que tenía miles de impactos de balas de AK-47, de granadas y rifles M-15, también fueron resanados y pintados. Es una ciudad remodelada, limpia y en aparente orden, a la que le faltan los pobladores y las autoridades civiles.

“En tiempos de guerra nos especializamos en combates irregulares; en tiempos de paz, salvaguardar la integridad de la población civil y mantener el Estado de derecho y en tiempos de conflictos de baja intensidad, como ahorita, efectuar operaciones de guerra, de contraguerrilla, contra las unidades hostiles que usan tácticas de guerrilla. Como Los Zetas”, dice el comandante Pakal.

En Nueva Ciudad Guerrero, una denuncia alerta de civiles armados, supuestos zetas, en la zona del panteón municipal. Este poblado, dicen los marinos, también ya fue recuperado. Alguna que otra vez entran una o dos camionetas de delincuentes para robar víveres, pero ya no son caravanas. Aseguran que los criminales están debilitados, desde hace tres semanas no les pagan y les han ordenado “enterrar las armas y las camionetas e irse, hasta que se vayan los marinos”, según han escuchado por los radios.

Aún así, en el hotel que está frente al restaurante Tony’s, que antes fue cuartel zeta, hay una compañía de infantes de Marina atrincherada. Un camión de transporte de tropas hace las veces de portón automático. Y en los costados, detrás de trincheras hechas de costales con arena, hay marinos pertrechados al acecho de los criminales.

Las calles están desiertas, la gente se encuentra en sus casas. Es domingo. La explanada de la Presidencia Municipal y la escuela lucen limpias. Sin marcas de disparos. En la carretera hasta esta población ya no se ven autos baleados, ni quemados. De lunes a viernes hay brigadas, que kilómetro a kilómetro limpian, cambian letreros baleados y borran pintas realizadas por los cárteles.

Van por el “Catorce”

Los enfrentamientos que marinos y zetas han tenido en esta zona van desde 10 minutos, hasta mediodía o una noche entera. Ante el armamento de alto calibre que usan Los Zetas, que entre sus filas tienen a kaibiles, se han utilizado cortinas de fuego con lanzagrandas. Las rancherías El Quinientos, Las Crucitas, La Palma, Rancho Las Blancas y San Ygnacio han sido testigos. Ahí están las huellas: una camioneta baleada y extensiones de vegetación quemadas.

“Señores. Cambiamos de código naranja a código rojo, desde este momento y hasta nuevo aviso. Atentos”, dice el capitán Baloo, al mando de las radiocomunicaciones, al momento que esta patrulla sale de Nueva Ciudad Guerrero con dirección a Nuevo Laredo. En el cementerio no encontraron a los hombres armados. Se piensa van hacia lo que llaman El Hoyo, el último bastión de Los Zetas. En el GPS satelital no marca unidades en movimiento.

El comandante Pakal ordena bajar las ventanas. Abre el quemacocos y sube el volumen. Suena Can’t take my eyes off you, en la versión disco, interpretada por los Boys Town Gang y sus trompetas triunfales: I love you, baby. Trust in me when I say: Oh, pretty baby. Don’t bring me down, I pray. Oh, pretty baby, now that I found you, stay And let me love you, baby. Let me love you.

“Señores. Señores. Entramos a El Hoyo. Atentos. El primero que vea al Catorce, dispara. Vamos a ver si esta vez no corres, sé que nos estás escuchando”, dice el capitán Baloo. El primero en bajarse es el comandante Pakal. Registran una vieja tienda abandonada, encima de una loma. Está vacía, al igual que todos estos poblados y caminos. Kilómetros adelante, en la entrada al poblado Viejo Guerrero hay una camioneta baleada y quemada. Dicen que es la huella del último enfrentamiento hace un par de días.

Tomado de El Universal, martes 12 de julio de 2011


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